El miedo es una respuesta adecuada ante un peligro real y forma parte del desarrollo evolutivo normal. Consiste en un sistema de seguridad que evita que nos expongamos a situaciones peligrosas.

Los miedos tienen un carácter adaptativo y transitorio. Los seres humanos estamos predispuestos para asociar respuestas de miedo ante estímulos potencialmente dañinos (arañas, serpientes, ratas, oscuridad, tormentas… etc.).

El problema surge cuando los miedos característicos de determinadas etapas del desarrollo, en lugar de desaparecer con la madurez, se intensifican y pueden convertirse en fobias que perduran en la edad adulta.

Por tanto, una fobia es un miedo extremo y desproporcionado en relación con lo que se teme. Tiene una intensidad elevada y produce en quién lo padece gran sufrimiento, malestar, preocupación y síntomas desagradables.  Está indicado el tratamiento psicológico siempre que la respuesta emocional sea desadaptativa para el niño, adolescente y adulto.

MIEDOS COMUNES EN DISTINTAS ETAPAS EVOLUTIVAS

Entre el primer año de vida y hasta los dos años y medio, los miedos están más relacionados con la estimulación que aparece de forma intensa y súbita. En esta etapa son comunes los miedos a los extraños, a los ruidos fuertes, a la separación de los padres, a las alturas, a los objetos desconocidos, a las tormentas, a los animales pequeños y a la pérdida de sustentación.

Durante la etapa de educación infantil, disminuyen los miedos a los extraños, se mantienen o incrementan los miedos a los ruidos fuertes, a la separación, a los animales en general, a la oscuridad y a quedarse solo. Predominan los miedos a las personas disfrazadas, al daño físico y a los seres imaginarios.

Entre los seis y los once años destacan los miedos a las heridas, al daño físico, a la muerte y a los aspectos relacionados con el entorno escolar. Durante estos años disminuyen los miedos a los ruidos, a la oscuridad y a los seres imaginarios.

En la preadolescencia destaca el miedo a las enfermedades, a los accidentes, al ridículo y se incrementan los miedos sociales y escolares. Aparecen los temores relacionados con la autoestima y la imagen corporal. Disminuyen los miedos de tipo animal y se incrementan los relacionados con la crítica y el fracaso.

Durante la adolescencia son característicos los miedos relacionados con la apariencia física, las dificultades en la relación con su grupo de edad, con la sexualidad y el rendimiento académico.

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