El control de esfínteres es la capacidad fisiológica de controlar los esfínteres de día y de noche. Se adquiere cuando el niño está maduro para ello y sigue una secuencia evolutiva que depende de la maduración neurológica y psico-afectiva.

Se produce a través un proceso similar en la mayoría de los niños. Lo primero que se aprende es el control fecal nocturno, posteriormente el control fecal diurno, más tarde se consigue el control urinario diurno y, por último, el control nocturno de la orina.

La edad a la que se consolidan estos aprendizajes depende de cada niño y de las pautas educativas de la familia.

Generalmente las niñas adquieren el control antes que los niños.

Es habitual que el entrenamiento comience sobre los 18 meses y que se consolide entre los 3 y 5 años. Superadas estas edades, la falta de control urinario o fecal se considera problemática.

ENURESIS

Es la emisión repetida de orina, involuntaria o intencionada, en lugares inapropiados como la cama o la ropa, en niños mayores de 5 años, edad en la que se supone que el niño ya debería haber adquirido el control urinario, y sin que exista una patología orgánica que motive la incontinencia.

Para afirmar que un niño tiene enuresis, es necesario que presente este problema dos veces por semana y durante tres meses seguidos o por las repercusiones que pueda tener a nivel social, escolar u otras áreas de actividad del niño. Además, no tiene que existir otro problema que pudiera ser la causa.

Subtipos de enuresis en función del momento en el que tienen lugar:

  • Nocturna: cuando se orina en la cama mientras duerme.
  • Diurna: se orina en la ropa estando despierto.
  • Mixta: cuando se orina tanto de día como de noche.

También se puede hacer una distinción, teniendo en cuenta el momento de inicio del problema:

  • Enuresis primaria: nunca ha llegado a controlar la micción.
  • Enuresis secundaria: aparece el problema tras el adecuado control inicial.

El origen de la enuresis depende de diversos factores (genéticos, fisiológicos, madurativos y de aprendizaje) que pueden contribuir en mayor o menor medida.

Una vez que se han descartado la existencia de problemas orgánicos que pudieran estar provocando la enuresis, el tratamiento indicado en la mayoría de las ocasiones es, el tratamiento conductual.

Dicho tratamiento consiste en la combinación de tres tipos de procedimientos: el método de la alarma, el entrenamiento en retención de orina y el entrenamiento en cama seca.

ENCOPRESIS

La encopresis consiste en la emisión repetida de heces en la ropa o en lugares inapropiados, en niños mayores de 4 años, sin que exista una causa orgánica que lo cause.

Para indicar que un niño presenta este problema, es necesario que le haya ocurrido un episodio al mes durante un período de tres meses. Hay dos tipos distintos de encopresis:

  • Encopresis con estreñimientoque se caracteriza por un estreñimiento crónico, retención de heces, deposiciones poco frecuentes y muchos episodios de ensuciamiento.
  • Encopresis sin estreñimientoque es mucho menos frecuente y puede ser debida a un deficitario entrenamiento en el control de las deposiciones.

También podemos distinguir entre encopresis primaria o cuando en ningún momento ha conseguido el control fecal y encopresis secundaria, cuando el control se ha conseguido por un periodo de al menos un año.

Este último tipo puede estar asociado con problemas familiares o escolares.

Del mismo modo que ocurre con la enuresis, en la encopresis tampoco se puede identificar una única causa que lo provoque y su origen se debe a múltiples factores (fisiológicos, dieta inadecuada, problemas del desarrollo, inadecuado aprendizaje, miedo al retrete y la ocurrencia de sucesos estresantes).

Para el tratamiento de la encopresis es necesaria la colaboración del médico, psicólogo y los padres del niño. Se centrará en eliminar la retención de heces para recuperar el tono muscular normal, adquisición de pautas de alimentación y rutinas saludables.

Aunque en ocasiones suele solucionarse con el paso del tiempo, es conveniente no minimizar el problema e intentar utilizar todos los recursos necesarios para que el niño aprenda a controlar los esfínteres. Si esperamos a su remisión puede tener repercusiones negativas en el ámbito familiar, social y personal, ocasionando sentimientos de vergüenza, de ridículo, aislamiento social, miedo, baja autoestima, etc.

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