El duelo es una reacción afectiva dolorosa ante la pérdida de un objeto o persona querida. Desde que nacemos, pasamos continuamente por procesos de duelo, en los que perdemos objetos y personas cercanas. El duelo es una respuesta normal y natural, y aunque las reacciones que experimentamos son comunes a muchas personas, cada uno lo vivimos de manera única.

De todas las pérdidas posibles, la pérdida de un ser querido es la que produce sentimientos más intensos de dolor, debido a la irreversibilidad de la muerte. Nos afecta en todos los ámbitos: psicológico, emotivo, mental, social, físico y espiritual.

FASES DEL DUELO (KLUBER ROSS)

Para superar un proceso de duelo y ser capaz de rehacer de nuevo la vida, hay que pasar unas fases, que pueden durar entre los seis y dieciocho meses. Son las siguientes:

  • Negación. Es la primera de ellas y puede durar desde unas horas hasta un tiempo ilimitado. Es un mecanismo de defensa que impide tomar conciencia de la pérdida del ser querido y poco a poco, ir acostumbrándonos a su ausencia. Se suele relacionar con un estado de embotamiento emocional e incluso cognitivo.
  • Ira. Poco a poco va siendo consciente de la pérdida y se enfada. Aparece sensación de incomprensión hacia los familiares, pudiendo producir ira y celos hacia amigos o conocidos. Suelen plantearse la pregunta: “¿por qué a mí?”.
  • Culpa. La ira comienza a disminuir y se inicia un proceso de búsqueda de culpables. Suele comenzar por personas externas (médico, familiares…) y poco a poco, la culpa se busca en el interior de la persona doliente. Se pueden producir pesadillas nocturnas, arrebatos de dolor, alteraciones del ánimo y pensamientos suicidas.
  • Depresión. En esta etapa se comienza a tomar consciencia de la pérdida. Aunque la realidad es dolorosa y la ausencia inevitable, se va asumiendo la pérdida. En estos momentos, puede recordar a la persona fallecida, pero no puede visualizarlo y esto genera de nuevo culpa.
  • Aceptación. Es la última etapa del duelo, el momento de aceptar la muerte y tratar de rehacer la vida. Se pueden tomar de nuevo decisiones y plantearse objetivos concretos. Se aprende a vivir con la ausencia del ser querido.

El proceso de duelo se ha resuelto adecuadamente cuando, tras pasar por las etapas mencionadas, puede recordar a la persona fallecida sin que le provoque un efecto doloroso y puede hablar de él sin sensación de opresión ni llanto. Normalmente el periodo de tiempo necesario suelen ser uno o dos años.

Sin embargo, si la intensidad del sufrimiento es muy elevada y las reacciones se mantienen en el tiempo, se corre el riesgo de desarrollar un duelo patológico, será necesaria la intervención terapéutica.

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