La competencia social de una persona tiene gran importancia en el desarrollo emocional, social e intelectual. Para poder relacionarnos de modo eficaz e integrarnos con los demás, es importante adquirir las habilidades adecuadas.
Habilidades sociales

Muchos trastornos emocionales y conductuales tienen en su origen, un pobre desarrollo en las relaciones interpersonales, con consecuencias adversas para la persona a corto y largo plazo: baja autoestima y aceptación, rechazo y aislamiento de los iguales, bajo rendimiento escolar, indefensión, depresión, etc.
Cuando hacemos referencia a la competencia social, nos referimos a un adecuado comportamiento de un individuo en un contexto determinado. Por lo tanto, las Habilidades Sociales son las capacidades y destrezas interpersonales que nos permiten relacionarnos de modo adecuado, siendo capaces de expresar nuestros sentimientos, opiniones, deseos o necesidades en diferentes contextos y situaciones, sin experimentar emociones negativas.
Son comportamientos adquiridos y aprendidos, principalmente a través del aprendizaje en el proceso de socialización en la familia, la escuela y la comunidad. Son el resultado de lo que hacemos, sentimos, decimos y pensamos, en un contexto interpersonal.
La infancia es el periodo crítico para su aprendizaje. En esta etapa, la familia tiene una gran importancia en su adquisición. Si un niño se relaciona deficitariamente con sus iguales, tiene menos oportunidades para poder observar, practicar y ser reforzado por la adquisición de sus habilidades.
Los niños socialmente habilidosos son los más aceptados y queridos y, los menos hábiles son ignorados o rechazados por sus iguales.
Los problemas de relación pueden deberse a déficits en el repertorio de habilidades de una persona o a la dificultad para ponerlas en práctica en determinados casos (ansiedad, miedo, agresividad, bajas habilidades de solución de problemas, expectativas inadecuadas, etc.).

El entrenamiento en Habilidades Sociales consiste en la enseñanza de técnicas conductuales y cognitivas para adquirir las destrezas adecuadas que el sujeto no tiene y a modificar aquellas que posee, pero resultan inadecuadas. Está especialmente indicado para niños que son rechazados por sus compañeros, para aquellos que tienen manifestaciones agresivas e impulsivas, para los que son más tímidos y retraídos, para niños con necesidades educativas especiales y su instrucción supone un factor de protección para evitar problemas psicológicos o comportamentales.